Mi papá fue abogado, murió hace un año, esta biblioteca era su espacio predilecto, aquí se reunía con sus amigos a hablar de sus pasiones: libros y billar.
Siempre dejaba la puerta abierta por si necesitábamos de él, yo lo molestaba mucho, me sentaba en sus piernas y me contaba sobre la lectura en turno, lo escuchaba con mucha atención, me gustaba que me platicara de sus casos; también estudié leyes, imagino que motivado por él.
Ahora debemos vender la casa y que su “tesoro”, así llamaba a su colección, les sirva a estudiantes y profesores, por eso los llamé.