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Me caen bien las mamás que están orgullosas de sus hijas

Cada historia cuenta

Me caen bien las mamás orgullosas de sus hijas

Siempre me han caído bien los padres que están orgullosos de sus hijos.
Recuerdo que me presenté a una cita en Insurgentes y Río Mixcoac, en una callecita que está a un costado del supermercado.

La calle era tan angosta que dejé la camioneta tres calles atrás y llegué caminando.

Toqué el timbre, dije mi nombre por el altavoz y me permitieron el paso. Me dirigí al elevador, un elevador muy pequeño, para tres o cuatro personas.

Cuando el elevador se detuvo y abrió sus puertas una señora mayor me recibió formalmente.

Me dirigió hacia los libros y me ofreció un vaso con agua de mango.

Después de revisar sus libros y hacerle una oferta, ella comenzó a hablar conmigo.

Estaré solo unos días en la ciudad, así que me gustaría que se llevara los libros hoy mismo, dijo. Se acercó a la ventana que da a la calle, entreabrió la cortina y refunfuño contra los cables de luz que quedaban frente a su balcón.

Yo vivo en S. con mi hija, allá toda la instalación eléctrica es subterránea. Yo cuido a mi nieto mientras ella va a trabajar.

Me contó que su hija era muy estudiosa y que le ofrecieron empleo en Nestle muy lejos de casa. Me contó que a veces extrañaba México pero que disfrutaba vivir en el extranjero.

Era notorio que estaba orgullosa de su hija porque cuando hablaba de ella no era presuntuosa sino sincera y sencilla.

Cuanta fortuna, tener en nuestra vida a alguien que nos quiere.

Supongo que eso es lo que hacen los padres, sentirse orgullosos de sus hijos y hablar de ellos con sencillez como se habla de quién se le quiere mucho.

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Ceemos que los libros usados son como un tesoro en las manos de quien los quiere leer

Por eso nos esforzamos tanto, porque también somos lectores, porque apreciamos el gesto de querer que otros aprovechen esas lecturas que nos apasionaron, que nos acompañaron en noches de desvelo, que nos llevaron a mirar el mundo de otra forma.

Cuando tu nos llamas se pone en marcha un engrane interesante, desde la oficina Marily toma la llamada y se entrevista brevemente contigo. Te hace sentir como si hablaras con alguien que conoces de años, programa tu cita y cuando termina se comunica con Gustavo quien acudirá a la cita.

El día de la visita, Gustavo llega puntual, en la camioneta en la que cargará los libros, pulcro, con su uniforme y su herramienta.

Revisará los libros, pagará por ellos y los cargará en la camioneta. Manejará el tiempo que sea necesario para llevarlos consigo a la bodega en donde Luis los recibirá.

Luis le ayudará a bajar los libros de la camioneta, los colocarán sobre bancos de trabajo y en los siguientes días con la ayuda de Alberto y de Emilio decidirán su destino.

Algunos de esos libros se irán a Ferias de libros usados, otros a librerías, algunos más con estudiantes y otros se quedarán temporalmente en los libreros de la bodega porque también nos gusta leer.

Así, hasta que todos los libros encuentren su propio destino.