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Los libros del reportero de guerra

Cada historia cuenta

Los libros del reportero de guerra

Alguna vez le compré sus libros a un periodista joven que regresaba del extranjero, trabajaba en zonas en conflicto.

—La guerra te cambia-, me dijo.

Él regresaba de centro América y los libros que me mostró eran las novelas que le ayudaban a pasar el rato yendo en autobuses.

A pesar de los traslados, los libros se encontraban en muy buenas condiciones.

Después de revisar sus libros le hice una oferta que le pareció muy alta, dijo algo así como: yo no pretendo que mis libros me den dinero, quiero que se los lleves a otras personas, para eso son los libros. No acepte el dinero de vuelta, era lo justo.

Incluso me ayudo a bajar un par de montones de libros de un quinto piso.

Después de despedirme me quede pensando en las pequeñas lecciones que recibes cuando no te esperas.

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Ceemos que los libros usados son como un tesoro en las manos de quien los quiere leer

Por eso nos esforzamos tanto, porque también somos lectores, porque apreciamos el gesto de querer que otros aprovechen esas lecturas que nos apasionaron, que nos acompañaron en noches de desvelo, que nos llevaron a mirar el mundo de otra forma.

Cuando tu nos llamas se pone en marcha un engrane interesante, desde la oficina Marily toma la llamada y se entrevista brevemente contigo. Te hace sentir como si hablaras con alguien que conoces de años, programa tu cita y cuando termina se comunica con Gustavo quien acudirá a la cita.

El día de la visita, Gustavo llega puntual, en la camioneta en la que cargará los libros, pulcro, con su uniforme y su herramienta.

Revisará los libros, pagará por ellos y los cargará en la camioneta. Manejará el tiempo que sea necesario para llevarlos consigo a la bodega en donde Luis los recibirá.

Luis le ayudará a bajar los libros de la camioneta, los colocarán sobre bancos de trabajo y en los siguientes días con la ayuda de Alberto y de Emilio decidirán su destino.

Algunos de esos libros se irán a Ferias de libros usados, otros a librerías, algunos más con estudiantes y otros se quedarán temporalmente en los libreros de la bodega porque también nos gusta leer.

Así, hasta que todos los libros encuentren su propio destino.