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Un zapatito con motor de licuadora

Cada historia cuenta

Un zapatito con motor de licuadora

Hace ya bastantes años, cuando comenzamos a comprar libros usados no teníamos un transporte adecuado para hacer las mudanzas y nos movíamos en un renol clio azul de esos que no tenían cajuela, un zapatito con motor de licuadora.

Ese carrito nos llevó por toda la ciudad, pero como todo lo que funciona en esta vida era proclive a descomponerse.

Su chofer, que también era nuevo manejando aprendió a conservar la calma y a ser prudente cuando yendo a condado Sayavedra, una lujosa zona residencial al norte de la Ciudad de México, el carro comenzó a fallar cargado y de subida.

No sabíamos dónde se encontraba el desperfecto; en una subida el auto tomo vuelo y antes de llegar al plano se apagó y lentamente comenzó a ir de reversa.

Usa el freno de mano, el freno de mano, el freno de mano.
La calle estaba vacía, así que los metros que retrocedimos no afectaron a nadie.

Orillamos el auto, abrimos el cofre tratando de averiguar qué sucedía y miramos el motor esperando que nos dijera algo.

El radiador tenía una fuga.

Esperamos a que se enfriara el motor, agregamos liquido anticongelante y acudimos a la cita, no quedaba lejos.

El regreso fue interminable, con pausas cada un tanto para evitar que el motor se apagara.

¿Les ha ocurrido algo así?

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Ceemos que los libros usados son como un tesoro en las manos de quien los quiere leer

Por eso nos esforzamos tanto, porque también somos lectores, porque apreciamos el gesto de querer que otros aprovechen esas lecturas que nos apasionaron, que nos acompañaron en noches de desvelo, que nos llevaron a mirar el mundo de otra forma.

Cuando tu nos llamas se pone en marcha un engrane interesante, desde la oficina Marily toma la llamada y se entrevista brevemente contigo. Te hace sentir como si hablaras con alguien que conoces de años, programa tu cita y cuando termina se comunica con Gustavo quien acudirá a la cita.

El día de la visita, Gustavo llega puntual, en la camioneta en la que cargará los libros, pulcro, con su uniforme y su herramienta.

Revisará los libros, pagará por ellos y los cargará en la camioneta. Manejará el tiempo que sea necesario para llevarlos consigo a la bodega en donde Luis los recibirá.

Luis le ayudará a bajar los libros de la camioneta, los colocarán sobre bancos de trabajo y en los siguientes días con la ayuda de Alberto y de Emilio decidirán su destino.

Algunos de esos libros se irán a Ferias de libros usados, otros a librerías, algunos más con estudiantes y otros se quedarán temporalmente en los libreros de la bodega porque también nos gusta leer.

Así, hasta que todos los libros encuentren su propio destino.