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La encargada de la biblioteca del colegio

Cada historia cuenta

La encargada de la biblioteca del colegio

Alguna vez nos llamó la encargada de la biblioteca de un colegio que se encuentra en San Jerónimo.

-Organizamos la colecta de libros para la biblioteca de este año y vamos a descatalogar algunos libros viejos, me gustaría que vinieran y me digan que se pueden llevar-, menciono también que ya le habían contado de nosotros y de nuestra labor y que estaba muy contenta de conocernos.

No creía lo que decía, algo me impedía recibir el reconocimiento. Pero mientras ella seguía hablando comencé a pensar que sí, que debe haber personas que se sientan orgullosas de nuestro trabajo y tomen nuestra causa como suya.

Tuve la fortuna de conocerla y le agradecí por sus palabras, aún las conservo y vuelvo a ellas cuando hacen falta.

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Ceemos que los libros usados son como un tesoro en las manos de quien los quiere leer

Por eso nos esforzamos tanto, porque también somos lectores, porque apreciamos el gesto de querer que otros aprovechen esas lecturas que nos apasionaron, que nos acompañaron en noches de desvelo, que nos llevaron a mirar el mundo de otra forma.

Cuando tu nos llamas se pone en marcha un engrane interesante, desde la oficina Marily toma la llamada y se entrevista brevemente contigo. Te hace sentir como si hablaras con alguien que conoces de años, programa tu cita y cuando termina se comunica con Gustavo quien acudirá a la cita.

El día de la visita, Gustavo llega puntual, en la camioneta en la que cargará los libros, pulcro, con su uniforme y su herramienta.

Revisará los libros, pagará por ellos y los cargará en la camioneta. Manejará el tiempo que sea necesario para llevarlos consigo a la bodega en donde Luis los recibirá.

Luis le ayudará a bajar los libros de la camioneta, los colocarán sobre bancos de trabajo y en los siguientes días con la ayuda de Alberto y de Emilio decidirán su destino.

Algunos de esos libros se irán a Ferias de libros usados, otros a librerías, algunos más con estudiantes y otros se quedarán temporalmente en los libreros de la bodega porque también nos gusta leer.

Así, hasta que todos los libros encuentren su propio destino.